Cuando Valentino terminó de filmar el tango que lo hizo famoso, se cambió su atuendo gaucho y cruzó Sunset Blvd. hacia su mansión en las colinas de Hollywood, convirtiendo esta arteria en un referente del entretenimiento. La música del tango, que había bailado Valentino, no podía faltar. Aunque Gardel nunca estuvo aquí, su compañero de reparto Vicente Padula se estableció en sus alrededores. Desde este boulevard, el trompetista Dizzy Gillespie partió hacia Argentina, donde grabó tangos con Osvaldo Fresedo, y el guitarrista Al Di Meola llegó al estudio para finalizar su álbum dedicado a Piazzolla. Este boulevard siempre ha estado impregnado de tango. Un disco pirata de Canaro fue hallado en una disquería de Hollywood, y el autor de dos libros sobre Gardel recorrió el lugar tratando de negociarlos como libreto. El aroma a tango se intensificó cuando el Gato Barbieri compartió la historia de su El último tango en París en un bar cercano. Curiosamente, circuló la noticia de una bailarina, reina del tango en Europa y Nueva York, que dejó a su pareja para casarse con un aristócrata argentino, justo cuando la Metro planeaba filmar su biografía. Estas historias son solo algunas de las muchas que nacieron en Sunset Blvd., un lugar lleno de relatos con el aroma de la música porteña.
Carlos G. Groppa Knihy
